viernes, 23 de julio de 2010

El Sacrificio

Ya la noche había comenzado su reinado sobre el solitario pueblo, con la obscuridad arrullando las sombras y la luna meciéndose suavemente en una afilada cuña como la puntiaguda Hoz del temible Ángel. El Silencio esparció su semilla como el aire de las catacumbas y no tardaba el Arenero en llegar con su polvo mágico para cosechar los sueños y pesadillas de los incautos. Sin embargo, por donde ÉL pasase, no habría Sueño, a donde ÉL viese, no habría Silencio, a donde ÉL entrase, no habría luz de luna.

Él, el rechazado por su especie, deambulaba las calles, caminando una monótona marcha, por su lado su única y fiel compañera la Soledad. Para aquel que observase atentamente, podría distinguir un resplandor dorado en las gotas que emergen de sus ojos y diferenciarlas de la Lluvia obscura de la Noche, un resplandor que carga el dolor y la angustia de milenios de tortura y sufrimiento.

Protegeos y guardaros vuestros rostros, que no sean vistos por esos ojos portadores del Mal, pues no sea que en vuestro devenir os encontréis con Él y os perdáis en un mar de locura. Ante él no habrá subterfugio que doblegue su poder ni lamento que ablande su ya molido corazón.

¿Pensáis que no hay criatura más vil, ruin y miserable? ¿Hacéis de Él el enemigo de Dios, Adversario impotente? Él es por milenios, imagen de la escoria y de lo impuro, deshecho del Alto y deshonrado perdedor. Él ocupara por siempre el lugar de la Mancha en el Manto de la Creación, como un barril de vino roto cuyo brebaje se viene a chorros sobre el impoluto producto del Amor del Hacedor.

Odiémoslo, rechacémoslo, evitémoslo, hagamos burla de su caída y carcajadas de su tropiezo. Él, quien yacía en el suelo en un estado catatónico, culpa de su mayor entendimiento sobre el Lienzo del Pintor, fue alcanzado por la mano de su Hermano y levantado a su lado, y el Hermano, ser bondadoso y de un amor infinito, secó las lágrimas del Desterrado con un pulgar y pronunció a su oído estas palabras:
“En mi sacrificio, yo también caí, y aquellos a quienes Tientas me tomaron del brazo para erguirme, y cargaron con mi Castigo en un acto de amor divino.”

El demonio, incorporándose y recobrando su salud mental y emocional, aclaró sus ojos y tomó asiento a las afueras de la Casa del Señor, habiendo sido también rechazado de aquel lugar, mirando desde afuera por la recta nave que conducía al altar de la inmolación del ungido y recordó aquel día como si hubiese sido ayer, viendo la sangre divina fluir por la tierra bajo sus pies, y la inmensa cruz que pareciese haber sido construida por manos de gigantes.

-Pero en cambio a mí me escupen, me inmolan y rezan para no ver mi rostro, vos habéis sido condenado a una vida de tortura, pero mi sacrificio ha sido más duradero y pesado que el vuestro. Y mi corazón es tan mortal como mi ser es inmortal, pues cada paso que doy me acerca cada vez más a la desesperación y a la muerte, sin poder jamás llegar a la segunda. No hay para mi sitio de descanso a la derecha del padre. Cada vez que os veo a un humano pecar por mi causa, mi alma se estruja y veo el Sol cada vez más lejano, pues que daría yo por terminar la carga impuesta por mi Señor y ver que ni un humano es seducido por mis artes. Cuantas veces he vestido mis mejores prendas y bailado tan seductoramente, cuan espectáculo de burdel, para antojar los ojos escurridizos y hambrientos de los Hijos, y cuantas veces he visto mi victoria terminar en Dolor y Sufrimiento que solo la Esperanza puede sofocar aunque sea un poco.-

-En verdad comprendo vuestra desdicha, por no decir que la comparto, pues jamás podre ser parte de la parte del Plan de mi Padre que os ha tocado poner en marcha, pero la Esperanza no os ha fallado siempre, pues ya habéis visto más de un Hombre que os resistió y alabo al Padre. El amor del Señor parece estar cada vez menos presente, sin embargo la Esperanza ha sido el regalo más grande que nos dio el Creador, después de nuestro poder de decisión. Mirad como os evaden la Noche, el Silencio, y el Sueño, seres cobardes que han escuchado de vuestras grandes obras, terribles, pero grandes sin duda alguna. Y es necesario que las crean, pues el Plan del padre necesita más que nada de vuestro esfuerzo para la Salvación de la Humanidad.

-Tanto tiempo he pasado inmerso en mi desdicha, que no encuentro ya sentido al Plan, y la Salvación de aquellos que me profesan el Odio más intenso me parece algo tan injusto que mis lágrimas no alcanzan a llorar el dolor que sufro ni la pena que me ocupa. ¿Qué consuelo me queda más que una compañía de bastardos sin gloria, de imbéciles sin razón de vivir? Cada alma que cae a mis embrujos es una roca más que me han puesto a cuestas, y si bien tu cruz pesaba lo que la Humanidad, aquella era una Humanidad más noble y entregada, pero ¿Habéis visto la porquería que habita mis Dominios hoy en día? El pecado se ha vuelto motivo de diversión y reconocimiento. Dicen tenerme odio y repulsión, pero ríen cada vez que mi hechizo hace efecto, a sabiendas del Mal en el que han caído, danzan con el Infierno y las llamas les hacen cosquillas.-

El rechazado se levantó de su asiento, en un gesto de rabia y dolor y azoto sus puños contra la tierra, a lo cual el Hijo acarició su espalda y acomodo sus cabellos. Continuó el Demonio:
“Me odian, me temen, me evaden, les repugno, les asqueo, y aun así se atreven a culparme del Mal que os acecha. ¿Cómo no se pueden dar cuenta? Mi lucha es contra el Mal que ellos mismos se han traído encima, los acerco al Mirador para que echen un vistazo al rostro del Pecado pero no soy yo quien los arroja, pues esa es decisión humana. Soy la vacuna al Mal, pero sus cuerpos parecen pedir cada vez más sustancias. ¿Yo el creador del Mal? Me duele tanto, es una tortura sin fin. Ser culpado de algo que ellos hacen descaradamente, es una escena dantesca, como un Bufón acusando a un Rey de decretar payasadas. Cada día aguanto menos, me duele ver a la humanidad perderse, y aún así sigo en mi puesto, pues no hay criatura de Dios que no ame con cada fibra de su ser al más vil y ruin de sus Hijos”

Cristo incorporo a Satanás, y le tomo en un abrazo fraternal, dándole estas sabias palabras:
“Mirad Samael, que el Océano es inmenso, y podrá pareceros a veces que esta sucio y contaminado, y que no podéis hacer algo para impedirlo, pero yo os aseguro, que aunque os sintáis una gota despreciable, el Océano sería menos sin vuestra gota. Aguantad un poco más, el tiempo ya está cercano en que os seréis revindicado y tomaras un puesto junto al Padre y a Mi, ya llegara el tiempo en que se conocerá la verdad sobre el Temible Belcebú, Señor de las Moscas, y os aseguro que la gloria en aquel entonces será mayor a cualquier pena que os agrave vuestra estancia en los Dominios Mundanos. Aquel que cargará la luz al terminar la Noche será no otro que vuestra mano, y en vuestro puño colgaran joyas de amor, y de vuestro cuello penderá la Dignidad una vez perdida, y anillos de adoración de ángeles y humanos adornaran vuestros dedos. Y vuestro corazón henchirá de gusto como una copa rebosante de la gratitud mía, del Padre, y de los Salvados. Con inmensa sabiduría os nombró Dios con el titulo de Lucifer, el Portador de la Luz, la Estrella Naciente, La Luz del Amanecer.

Y así, Jesucristo ascendió junto al padre, y Lucifer, Rey de los Hombres, Ángel de la Luz, entrecerró los ojos y vio en la lejanía un pequeño punto de luz: El Padre, y su corazón gozoso le reanimo las fuerzas para encontrar Hombres que merezcan el Banquete del Señor, tal y como su Creador lo mandó a hacer al Principio del Tiempo.