sábado, 9 de mayo de 2020

La arquitectura de los pichones

El palomar, también conocido como pichonera, es una de las herencias arquitectónicas y agriculturales más ignoradas y olvidadas por la modernidad.
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Ilustración para el mes de Febrero
"Très Riches Heures" de John Duque de  Berry, 1410d.C 
En la antigua Roma, los pichoneros se conocían como columbarium (columba, "paloma" en latín) y se utilizaban originalmente como vivienda compartimentada para los pichones. Los columbarios romanos llegaron a Francia tras la invasión de la Galia por parte de Julio Cesar, introduciendo esta moda tan en boga en Roma. Estos columbarios eran redondos y el interior se cubría con polvo de mármol blanco. Sin embargo, durante la República y el Imperio, los columbarios en la capital comenzaron a utilizarse como mausoleos para guardar las cenizas fúnebres en los nichos, y desde entonces el término se utilizó para referirse a las catacumbas que guardan los restos calcinados de los muertos.
Cava Buia: Columbario etrusco en Blera, Italia
Foto de Robin Iversen Rönnlund
Se han encontrado columbarios en cuevas subterráneas de Bet Guvrin, un parque nacional al centro de Israel que contienen tumbas del rey sidonio indogriego Apollophanes, además de columbarios, sin embargo no se han encontrado ni cenizas ni restos de paloma.
Columbario en la cueva de Hirbat Midras
Las cuevas subterraneas de Tel Maresha, en Bet Guvrin, cuentan con otro columbario construido en el siglo IIIa.C con más de 2000 nichos y palomas todavía viviendo en ellas, se cree que sus huevos, carne y excremento eran usados como sacrificios para ofrendas.
Columbarium at Beit Guvrin. Photo by Seth Frantzman
Columbarium en Beit Guvrin.
Foto por Seth Frantzman
Los palomares se han utilizado antiguamente desde el Alto Egipto y la Irán bizantina para la cosecha de su excremento, el cual era usado como fertilizante, curtir cuero, e incluso fabricar pólvora.
Palomar en Nafajabad, Iran
Foto de Mehdi Kazemi
Tras la llegada de los columbarios a Francia, le llamaron pigeonnier o colombier. Símbolos de estatus y nobleza, los palomares (además de los establos) eran de los pocos espacios dedicados exclusivamente a animales dignificados con su propia tipología arquitectónica: techos, muros y cimientos. Para el siglo XVI y XVII ya eran símbolos de riqueza.
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En el derecho anglosajón (Inglaterra y el norte de Francia), el privilegio de poseer un palomar en el suelo con acceso peatonal y totalmente separado de la casa señorial era un privilegio asignado únicamente al señor de la tierra, permitido por el Lord del feudo. Construir y mantener un palomar se consideraba importante, desde la creencia de que un derecho no ejercido es un derecho que eventualmente se perderá. Se cuenta que en 1577 un rentero de una tierra real construyó un palomar y la Corte de Exenquire le ordenó que lo demoliera.
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Palomar de Milhole en Mossaic, Francia
Foto por David Barrie, 2013
El derecho a poseer un palomar variaba de provincia a provincia: tenían que estar en proporción a la propiedad y estar arriba de un gallinero, perrera, horno de pan o cava. En la Francia medieval, el tamaño de la pichonera estaba limitado al tamaño de las tierras de los nobles, aunque dicha regla cayó en desuso para el siglo XIX, cuando algunos de los nobles tenían poco más que un título y un palomar a su nombre.
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Palomar del castillo de Vaux en Maincy, Francia, 1661
Foto de Philippe Biron
El consumo de carne durante el medioevo era un lujo muy raro: incluso entre los nobles, la presencia de una paloma era símbolo de riqueza y poder. Se dice que a finales del siglo XIII se consumían 400 palomas a diario en la residencia del rey de Francia.  A finales del siglo XIX, París consumía aproximadamente 2 millones de palomas al año.
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Se dice que en Inglaterra, durante el reinado de Elizabeth I, todavía no llegaban al reino los vegetales de raíz (nabos), por lo que durante invierno las cosechas escaseaban y los ganaderos no tenían la comida usual para alimentar a sus vacas y cerdos. Esto los empujaba a buscar otras fuentes de carne.

Los pichones se mantenían, en primera instancia, para tener una fuente de carne fresca, barata, y de bajo mantenimiento. Una pareja de pichones puede producir 2 huevos por nidada, tras lo cual les alimentan con comida regurgitada durante cuatro semanas, y los corren del nido. El encargado de los pichones entonces busca a estos pájaros, antes de que hayan aprendido a volar, ya que así su carne es más suave, y y retuerce sus cuellos.


La verdad sobre la carne de los pichones es que era una comida por temporada, y un lujo extremo en inviernos: los primeros pájaros del año eclosionaban en Marzo pero debido a la cuaresma (que prohibe comer carne) no se consumía su carne si no hasta Abril y Mayo. La producción bajaba durante el verano y subía de nuevo desde Agosto hasta Octubre, deteniéndose por completo en Noviembre. El consumo de carne de pichón en el invierno era un lujo tan raro y caro que estaba disponible solamente a los condes, y en raras ocasiones. Los pájaros maduros en cambio, eran inservibles. Era más caro mantenerlos que usar su carne ya que la preparación de hervirla durante más de dos horas y aparte asarla salía más caro que el pájaro mismo.
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Microcosmos  de W. H. Pyne, 1805
Por otro lado, su excremento era el fertilizante natural más potente y abundante conocido para el hombre de la época y por ende un valioso producto derivado. En los siglos XVI y XVII el estiércol de paloma también se usó como ingrediente para la pólvora, por lo que los palomares fungieron como importantes edificios militares, incrementando aún más su estatus.
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Laberinto y palomar en la Finca Prebendal en Northhamptonshire, Inglaterra, siglo XIII
Foto de David Ross
En verano, las palomas consumían mucho grano de los granjeros adyacentes, haciéndolas muy impopulares con los plebeyos. Eran tan molestas, que tras múltiples quejas por parte de la comunidad, se solicitó la suspensión del derecho a construir palomares y la abolición del mismo, por lo que en 1768 se promulgó una ley para restringir el uso de los palomares, y a la vez evitar que cualquiera pudiera construirlos.
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Para ese entonces, los pichones ya no eran económicamente viables: las nuevas técnicas agriculturales hicieron de los palomares edificios obsoletos, ademas de que las guerras revolucionaras incrementaron el valor del grano a más del triple. Los pichoneros eran considerados por los progresivos como métodos elitistas y en esencia ineficientes para la economía nacional, ya que producían carne para los pocos nobles, a costa del grano del pueblo, y el símbolo de nobleza y estatus se convirtió en una vergüenza y recibió el escarnio de la sociedad. Muchos palomares cayeron en desuso o fueron destruidos, aunque en Francia quedan aproximadamente unos 4000.

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Foto de Philippe Biron
Al igual que la arquitectura urbana, los palomares podrían estar hechos de cualquier material: madera, entramado de madera con relleno de mazorca, zarzo y piedra, piedra cortada, piedra de campo, ladrillo, etc. Para techos de pizarra, cobre, tejas, paja o tejas. Las combinaciones eran comunes, y a menudo coincidían con la mansión o el castillo.
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Los persas Safaritas del siglo XVI construían sus pichoneras tallandolas directamente sobre la piedra para cosechar su estiercol de guano.
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El equivalente griego son las casas para pájaros de Mykonos construidas para el mismo fin y con los mismos elementos compositivos fundamentales, aunque con su característico toque estético de la cultura cicládica. Esta costumbre fue introducida por los venecianos a Grecia en el sXV.
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La regla era construirlas separadas y en lugares elevados: altas para que los pájaros pudieran identificarlas fácilmente, lejos de los arboles (y sus predadores), y lo suficientemente resistentes para que pudieran durar generaciones.
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Pichonera en el Castillo de Bagnoles, Francia
El interior del palomar se divide en boulins (agujeros para pichones) que dar esidencia a un par de pajaros. Estos boulins se pueden hacer de piedra, ladrillo, adobe, jarras, losetas planas, o canastas de mimbre trenzado. Los mas grandes podían fácilmente albergar miles de pichones, y eran frecuentemente redondas. Esto permitía instalar una viga central rotatoria unida a una escalera que daba acceso a los nidos en cada uno de los niveles y facilitaba la recolección de pájaros y huevos. 
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Sin embargo, se construyeron en diferentes formas y estilos: cuadradas, rectangulares y hasta octagonales. A partir del siglo XVI con la llegada de las ratas cafés al puerto de Londresa través de los barcos del Báltico, comenzaron a usarse columnas con muelas (también llamadas pegollos con hórreas) para levantar la pichonera del suelo y evitar que las ratas alcanzaran los huevos de las aves, ya que a diferencia de las ratas negras comunes, las ratas cafés se alimentaban de sus huevos.
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A veces la entrada superior se hacía más grande para atrapar aves de presa que no podrían escapar una vez dentro de las limitadas dimensiones transversales del palomar.
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Palomar de Wichenford
Además de evitar las presas, la elevación de las pichoneras creaba un espacio de cobijo para el ganado, común fuente de sombra y refugio para ovejas y demás animales de granja. Hoy incluso existen ejemplos de algunas que han sido transformadas en casas de huéspedes.
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Pichonera en el pueblo de Moulin Grand, en Sain Jean sur Vayle, Francia
Las ruinas de los viejos molinos eran perfectos para adecuarse como pichoneras:
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De arriba hacia abajo observamos:
  • Una veleta para verificar la dirección del viento.
  • Aguilón con un techo entablado
  • Cornisa para emprender el vuelo al exterior
  • Pizarra escocesa con cursos graduados
  • Canaleta para la bajada de aguas pluviales
  • Viga de madera fungiendo como un paso de gato
  • Nichos de ladrillo para los nidos con cornisas para emprender el vuelo en el interior
  • Todo soportado por una columna y zapata aislada con una canaleta para permitir el giro de las escaleras y el paso de  gato.
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Alzado, corte y planta de una  molino adecuado como pichonera
Aún en ruinas, se mantienen algunos de estos palomares, dándoles nueva vida.

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  • Toynbee, J M C (1971). Death and Burial in the Roman World. Johns Hopkins University Press. pp. 113–118
  • Guide to Underground Rome: From the Cloaca Maxima to the Domus Aurea: the Most Fascinating Underground Sites of the Capital. English translation by Darragh Henegan. Rome: Gangemi, 2000. ISBN 88-7448-994-3
  • Painted tombs in the necropolis of Marissa by Peters, John P. (John Punnett), 1852-1921; Thiersch, Hermann, 1874-1939; Cook, Stanley Arthur, 1873-
  • The land of a 1000 caves, by Abigail Klein Leichman, Israel 21C, September 3, 2014
    https://www.israel21c.org/the-land-of-a-1000-caves/
  • Tepper; Rosen; Haber; Bar-Oz (2017). "Signs of soil fertigation in the desert: A pigeon tower structure near Byzantine Shivta, Israel". Journal of Arid Environments. 145: 81–89. doi:10.1016/j.jaridenv.2017.05.011.
  • Pigeon Towers: The Rise and Fall of a 17th-Century Status Symbol, 2015, Ella Morotn, SLATE, https://slate.com/human-interest/2015/09/the-history-of-the-dovecote-is-all-about-birds-and-status.html
  • McCann Historic Buildings, John McCann, http://www.mccannhistoricbuildings.co.uk/contact.htm