viernes, 15 de mayo de 2020

El no-lugar

Cuando hablamos de ubicaciones geográficas, es común intercambiar o confundir los términos espacio y lugar, pero se tiene el vago entendimiento que la diferencia entre el primero y el segundo es que un lugar está delimitado; dicha delimitación puede ser topográfica, geográfica, política, económica o social, entre otras. En un sentido jerárquico, el espacio contiene al lugar, pues todo lugar se encuentra en el espacio, pero no todos los espacios son lugares.

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Cuando utilizamos la delimitante social para definir a un lugar, nos topamos con su opuesto: el no-lugar. Un no-lugar es como lo define el antropólogo Marc Augé "un espacio antropológico de transitoriedad donde los humanos permanecen anónimos y que no contienen significancia suficiente para ser considerado un lugar, por ejemplo: carreteras, cuartos de hoteles, aeropuertos y centros comerciales".

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Es decir, un no-lugar es un espacio sin relevancia, para usos y fines prácticos, no existe. Dado que el lugar aporta significado al imaginario individual, es también empoderador de identidad, y de este modo, el lugar reúne a distintos individuos con referencias sociales comunes, comunitarizando a las células particulares y creando sociedad. 

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En cambio, en su carácter de no-lugar, el espacio restringe y acalla la identidad del transeúnte, anula por completo la interacción social, y por consiguiente, impide la formación de lazos comunitarios. Uno no hace amigos en un lugar donde no se siente uno mismo.
La Calle de Leon Krier

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  • Augé, M. (1992). Non-Places: An Introduction to Anthropology of Supermodernity. Le Suil: Verso