Cuando utilizamos la delimitante social para definir a un lugar, nos topamos con
su opuesto: el no-lugar. Un no-lugar es como lo define el antropólogo Marc Augé "un
espacio antropológico de transitoriedad donde los humanos permanecen anónimos y
que no contienen significancia suficiente para ser considerado un lugar, por ejemplo:
carreteras, cuartos de hoteles, aeropuertos y centros comerciales".
Es
decir, un no-lugar es un espacio sin relevancia, para usos y fines prácticos, no existe.
Dado que el lugar aporta significado al imaginario individual, es también empoderador
de identidad, y de este modo, el lugar reúne a distintos individuos con referencias
sociales comunes, comunitarizando a las células particulares y creando sociedad.
En
cambio, en su carácter de no-lugar, el espacio restringe y acalla la identidad del
transeúnte, anula por completo la interacción social, y por consiguiente, impide la
formación de lazos comunitarios. Uno no hace amigos en un lugar donde no se siente
uno mismo.
La Calle de Leon Krier |
- Augé, M. (1992). Non-Places: An Introduction to Anthropology of Supermodernity. Le Suil: Verso
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