viernes, 29 de junio de 2012

Luchar por un Sueño


De vuelta en la celda de Fabrizzio, el sacerdote contemplo al preso mientras dormitaba en el intento de cama de aquel lugar.

-Arriba, anda, es hora de confesaros.- dijo irreverentemente el clérigo, agitando el brazo de su confesal y tomando asiento frente al pequeño banquillo de madera adyacente al lecho. Fabrizzio abrió los ojos lentamente, asimilando su entorno y la prescencia del padre, con suma paciencia. Se sentó y miró al padre, sacudiendo cualquier vestigio de letargo antes de dirigirse a su visitante:

"Oh, mi amigo, acabais de interrumpir un jovial sueño esta vez"

-Alguna utopía donde la iluminación ha alcanzado al hombre por medios terrenales y no divinos, supongo.-

-No, mi hija y mi esposa, en nuestros trigales.- contestó el condenado, al tiempo que se ponía una camisa manchada de hollín y gotas de tinta.

-Un sueño que podrías alcanzar, si os permitierais confesar.- sugirió el sacerdote.

-¿Es ese vuestro sueño?¿verme por fín confesado?-

-Mi sueño es la llegada del señor a la tierra, del juicio de los justos y el arrepentimiento de los malvados. Y al confesaros a vos, lucho por ese sueño.

-Dime, ¿qué sabeis vos de luchar por un sueño, si trataros de despertar siempre al primer indicio de una pesadilla?- cuestionó Fabrizzió, poniendose de pié y dando sus ya habituales recorridas filosóficas alrededor de la habitación. -Cuando Satán domina vuestro subconciente, ¿os queda coraje para hacedle frente?- continuó -¿qué tan entregado es vuestro corazón a dicha tarea, si vos abandonais el campo de batalla onírico cuando las trompetas del enemigo anuncian su llegada?-

-Basta Fabrizzio- dijo el padre con semblante molesto -estoy aqui para que vos rindais cuentas a Dios, no para divagar sobre mi subconciente.-

-Prefiero seguir soñando, al menos allí, soy libre, no será este día, amigo.-

-Me lo temía, rezaré por vuestra maldita alma Fabrizzio.- dijo el padre, levantandose y abandonando la habitación tras encerrar al preso en su jaula de libertad.