lunes, 17 de junio de 2024

La Palma Redimida

Los sueños son un asunto curioso. Más de una vez he recibido mensajes oníricos que parecen revelar conocimiento impartido por un misterioso mensajero, un elohim, podríamos decir.

Dos días antes de escribir este capítulo, me dormí pensando en Jacob, patriarca hebreo bautizado con el nombre de Israel tras luchar contra Dios (o su Ángel representante) en la cima del monte Se’ir.

Jacob luchando con el ángel
Gustav Doré, 1855
Durante mi sueño, vi la cima del monte, y a Jacob siendo herido del muslo por un ser de luz, tras lo cual regresó con su familia cojeando, y en una epifanía que sólo puedo comparar al eureka de Arquímedes, recordé al dios herrero Hefaistos, que fue echado del monte Olimpo por Afrodita debido a una deformidad en la pierna. Fue entonces que se me ocurrió buscar la etimología de Jacob, donde confirmé mis sospechas sobre su relación con el dios griego Paitiyon. La importancia de los mensajes entregados en sueños, y de Jacob, es de especial importancia para el número 20, pues los mensajes oníricos son entregados veinte veces en las escrituras.

Yahweh advierte a Labán de maltratar a Jacob, quien tuvo que trabajar catorce años antes de casarse con Raquel, hija de Labán, y otros seis años de acumular riqueza antes de regresar a su hogar en Canaán.

José, hijo de Jacob, lideró la conquista de Canaán contra Yabin, rey de Hazor. Ciento veinte años después de la muerte de José, otro rey de Hazor logra vencer a los israelitas, quienes pasan veinte años bajo el yugo del canaanita antes de que Deborah y Barak convocaran un ejército de diez mil hombres y vencieran a Yabin en Esdraelon, sin necesitar de otra pelea durante otros cuarenta años.

Cuando los filisteos vencieron a Israel y llevaran el arca de la alianza de vuelta a Ashdod, la ofrendaron a la estatua de su dios Dagon, quien amanecería tumbado en el suelo. Los filisteos levantaron la imagen de su dios, sin prestarle mas atención al incidente, pero a la mañana siguiente, la estatua apareció decapitada y sin manos, una practica común en los conquistadores de Medio Oriente hacia sus víctimas. Los filisteos, asustados, sacaron el arca de su ciudad, pero en lugar de devolverla a Jerusalen, fue depositada en Kirjath-jearim. No fue hasta veinte años después que el arca regresaría a la ciudad hebrea.

Salomón dedicó siete años a construir el primer templo de Jerusalén, y otros trece en su propia casa, tras lo cual regaló veinte ciudades en Galilea a Hiram, rey de Tyre, por proveer los materiales y mano de obra. Regalo que fue despreciado y devuelto a Salomón por considerarlas poco valiosas.
Tanto el Reino de Israel como el reino de Judea tuvieron veinte reyes. Israel se dividió en el 930a.C, empezando con Jeroboam I y terminando con Hoshea en 723a.C. Judea empezó con Rehoboam, hijo de Salomón, y terminó con Zedekiah en el 586a.C.

En gematría, el número 20 se asigna a la letra hebrea kaph (כ), el equivalente griego es kappa, y el latino k. (Bible Study, s.f.) El grafema para kaph se inspira en un jeroglífico egipcio (d) que muestra una mano con la palma curva abierta hacia arriba, pronunciado djeter. (Allen, 2010)

Es importante diferenciar entre mano y palma abierta, pues la palabra hebrea para mano es yadh, y la palma es kaph. Una posición común en las estatuas de las divinidades babilónicas es con las palmas expuestas, esperando la entrega de una ofrenda, tal como las manos que Yahweh cortó a Dagon.

En Levítico 14:15-62 se menciona a un sacerdote que toma el aceite de una poción para sacrificio y lo vierte sobre su palma, de nuevo, recibiendo una ofrenda, con la palma abierta.

Y en Isaías, Yahweh reconforta a una Jerusalén que se lamenta olvidada y castigada por su dios, diciéndoles “He aquí que en las palmas de mis manos te tengo grabada; delante de mí están siempre tus muros.” (Luering, s.f.)

En las cartas de Amarna (correspondencia diplomática Egipcia-Cannanita-Amorita), la palabra “mano” se representa con el sumerograma acadio “šu”, aunque la palabra acadia para mano es qat (reemplazable en su pronunciación por ka, kat, o kad), ambos el pictograma sumerio šu, y el sumerograma acadio qat imitan la forma de una mano, evidenciado por la palabra acadia lupakasu, que significa cuidador de la reja, pero se translitera como “hombre-reja-mano” (Parpola, 1997)

Sumerograma Akkadio para "mano"

No es de extrañar que, para los hebreos, la mano extendida represente la culminación de una recompensa prometida tras una tortuosa espera: los egipcios usaban djeret, para representar el fin (la mano se encuentra al final del brazo), como una conjugación de djer (fin) y el sufijo -et, un nominalizador, que traduciría djeret a “lo que está al final”. (Steele, 2013)

Bibiliografía
  • Bible Study. (s.f.). Meaning of Numbers: The Number 20. Obtenido de Bible Study: https://www.biblestudy.org/bibleref/meaning-of-numbers-in-bible/20.html

  • Allen, J. P. (2010). Middle Egyptian: An Introduction to the Language and Culture of Hieroglyphs. Cambridge: Cambridge University Press.
  • Steele, J. (17 de Marzo de 2013). Hieroglyphic Language Insights. Obtenido de What is: the hieroglyphic nominaliser -et: https://hierolanginsights.blogspot.com/2013/03/what-is-hieroglyphic-nominaliser-et.html
  • Parpola, S. (1997). The Standard Babylonian Epic of Gilgamesh. Helsinki: Neo-Assyrian Text Corpus Project.

  • Luering, H. L. (s.f.). Palm (of the Hand). Obtenido de International Standard Bible Encyclopedia: https://www.internationalstandardbible.com/P/palm-(of-the-hand).html#:~:text=pam%20(kaph)%3A%20The%20Hebrew,%3B%20Da%2010%3A10