Encontré a mi sinónimo,
dijo una palabra a la otra
en el final de la página,
al dar vuelta a la hoja.
Allí donde converge el universo
donde los conceptos paralelos
coinciden en un verso,
encontré a mi sinónimo
descubierto por un beso.
Más allá de las comas,
de los puntos y renglones,
con piruetas y maromas
hasta que me ardieron los pulmones.
Le grité: ¿alma mía, que haces allá?
Con voz sobre humana vociferé:
¿mi otra mitad, donde haz llegado a parar?
Tímidamente respondió,
con un gesto, replicó:
"Anda ya, mi sinónimo,
que este amor permanezca anónimo.
Pues lo similar aburre,
y el contraste se da con los antónimos."
Habiendo escuchado semejante barbaridad
regresé a mi lugar.
Pero en un rincón de mi mente,
no paraba de pulular:
"Tengo más de un sinónimo,
más que una sola alma gemela.
Si una no funciona,
que lo entienda hasta que ya no duela.
Termina la página,
da la vuelta a la hoja.
Que no quede en tu corazón una mácula,
del falso amor que el destino te escoja.
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