miércoles, 31 de octubre de 2012

El Postmodernismo


Es bien sabido que la evolución tecnológica permite el desarrollo de casi todas las disciplinas, incluida la Arquitectura. Los diseños arquitectónicos dependen de las posibilidades que nos permitan los adelantos en la ciencia en cuanto al diseño, materiales y comunicatividad del proyecto.
Si bien el modernismo hacía uso de estas nuevas tecnologías que tenía a la mano, trataba la Arquitectura como una máquina, algo exclusivamente racionalista. Hacía un uso indiscriminado de estas posibilidades constructivas. Perdió su capacidad de expresar ideas a través de símbolos.
Por ello el posmodernismo habla más de un lugar, que de un espacio funcional  La situación de los 50-70s con el posmodernismo convierte la obra arquitectónica en un mensaje que comunica por lo menos en dos niveles su significado: a los arquitectos y a la minoría que comprende su código, y a los habitantes del lugar que se ocupan de otros problemas como el confort, construcción tradicional y estilo de vida.

En la década de los 50s, comienza el declive del Movimiento Moderno: la nueva generación de arquitectos (compuesta por Aldo Rossi, Archigram, Robert Venturi, Donlyn Lyndon y Charles Moor, entre otros) lo someten a una revisión crítica, paulatina a través de los años. Ellos presentan alternativas constructivas como respuesta a lo que consideraban las faltas del anterior Movimiento.
Se va produciendo un pensamiento más antropológico y etnológico que introduce una cultura técnica y simbólica para explicar los procesos generales del arte y la cultura de los pueblos primitivos. Es decir, se mancomunan los conocimientos culturales, sensibles, subjetivos y artísticos con las nuevas tendencias y adelantos tecnológicos.

Llega entonces el Marxismo a Europa, influyendo en la Arquitectura con el interés de esta por las dimensiones sociales. La cultura de masas busca hacer llegar el conocimiento y de la ciencia a la sociedad entera. Se expresa un peligro por la manipulación del consumismo, y en el caso de la Arquitectura, la homogeneización de esta. Sintoniza entonces, esta disciplina con la corriente tipológica, reivindicando la arquitectura vernacular, dándole valor al trabajo de la comunidad, su participación y su opinión. Contrasta en esta manera con el modernismo, contra su imposición de modelos de vida únicos para toda cultura sin importar sus diferencias. El mito de lo nuevo cede ante la re-valoración de las tradiciones históricas.
Así, las ciencias sociales propician una metodología arquitectónica mas apegada a la individualidad del usuario y de la ciudad.
Esto plantea una arquitectura más ecologista, con más participación por parte del usuario. Culmina este movimiento en 1957 con la creación del Internacional Situacionista, el antecesor de los movimientos sociales de 1968. Dicha institución promueve una arquitectura sin arquitectos, sino un ambiente urbano como obra de arte colectiva, una síntesis creativa de las actividades humanas.
En los 60s, con la muerte de los grandes maestros del modernismo y el surgimiento de nuevos proyectos en Italia y EEUU, comienza una oleada de publicaciones editoriales sobre análisis de la arquitectura desde la Segunda Guerra Mundial hasta la década de los sesentas; dejando implícito el cierre del Movimiento Moderno.

En los 60s y 70s se empieza a aceptar la noción de relativismo cultural, por lo que las soluciones arquitectónicas comienzan a aprenderse a cada lugar, adecuándose al contexto, en lugar de imponer modelos de vida como el Modernismo. Expresan así los arquitectos, una tendencia al humanismo y al interés por el individuo común.
En los setentas, eclosionan tendencias arquitectónicas en los países desarrollados que plantean la recuperación del espíritu pionero y tecnológico de las vanguardias de principios de siglo. Las posibilidades de calculo y diseño dan un gran salto, lo cual permite la experimentación de estructuras, materiales y proyecciones.
Este movimiento plantea el diseño participativo, con tecnologías adaptables a países tercermundistas, para las personas que construyan sus propias viviendas marginales  Toma como referencia los países en desarrollo, por su capacidad para intervenir activamente en la configuración de sus espacios.
Trata de acercar el mundo de los artistas y técnicos a la vida cotidiana, y critica el diseño industrial por no ir dirigido a las culturas locales.
Niega, por ultimo, la exclusividad del arquitecto como un técnico pues invoca sus capacidades creativas, y condena la producción o imposición de modelos de comportamiento.

Sin embargo, para finales de esta década  un grupo de cinco arquitectos, con fuertes influencias de los maestros del modernismo, re-interpretan la sintaxis racionalista, reivindicando los presupuestos formales modernos que son aún validos, en reacción contra el posmoderismo y en apoyo a la experimentación de la vanguardia.

El posmodernismo fue la contra-corriente del modernismo, nacido para contrarrestar la frialdad y monotonía de las fachadas lisas y diseños exclusivamente funcionales  Sin embargo, en los setentas algunos arquitectos tratan de reivindicar la actualidad en la que los dogmas modernistas son todavía validos. Los críticos ven en estas dos corrientes dos lados de la misma moneda, dos cumplimientos distintos que deben fusionarse en un mismo proyecto, y es ahí donde se encuentra esta importante intersección entre lo racional y lo emocional.
Nuestra arquitectura debe poder cumplir con las funciones completas del usuario, sin dejar de ver que su individualidad y paz cognitiva es también un requerimiento de la función.