El Alfabeto Escondido

      El sabio filósofo griego Aristóteles dijo una vez: El hombre no es más que un animal político. Pero el filósofo neo-Kantiano Ernst Cassirer prefirió considerar al hombre como un animal simbólico.

      Dentro de la extraña serie de pasatiempos que me apetecen, en secundaria uno de ellos fue coleccionar alfabetos. Había algo tan secuencial en ellos que era una especie de fetiche mío completar la cadena evolutiva, desde nuestros signos modernos hasta los inexpertos trazos de las cuevas de Altamira o incluso la caverna de Las Grajas.

      Sin embargo, con la esperada y creciente educación universitaria, algunos pasatiempos se vieron complementados por otros, como el estudio de la semiótica y la verdadera crítica del arte. Y ¿qué son los alfabetos, las letras, sino signos? Las letras "significan" los sonidos con los que articulamos palabras. Algunas son íconos como la H de hombre y la M de mujer. ¿Pero símbolos? Uno de los inventos más cruciales para el desarrollo del animal simbólico, forzosamente debería ser simbólico. No puedo aceptar que las letras representen únicamente los sonidos con los que armamos nuestra habla.

      Si algo he aprendido en mis fugaces veintitrés años, es que siempre hay algo más. Los romanos solían decir "no hay nada nuevo bajo el sol", y lo creo rotundamente. Desde una marca de carros nombrada por un antiguo dios persa (Mazda), a un fraccionamiento bautizado en honor a una ancestral tribu pre-románica (Sabinos), todo lo que vemos hoy en día, esconde una antiquísima historia.

No hay comentarios: