miércoles, 19 de abril de 2017

El fin del lenguaje ante la corrección política

El otro día mientras me auto-flagelaba en una maratón de 13 Reasons Why, Hannah utilizó la palabra retrasado en un modo despectivo, y Clay Jensen hizo uno de los tantos comentarios que me hicieron odiar esa serie:

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Ok, no, no fue eso lo que dijo, pero lo que si dijo fue realmente más estúpido en todos los sentidos:

"Creo que se supone que no debemos decir retrasado."

¿Porqué no, Clay Jensen? ¿Porqué no se debe decir retrasado? Y más aún, ¿Quién dice que no se debe decir retrasado? Por supuesto, no es el primer ni el último caso donde lo políticamente correcto rompe la cuarta barrera y eso es lo que lo hace aún más molesto. No es solo que tu no lo dices, pero me quieres "educar" a mi a no decirlo.


Anteriormente e dicho que si tu código moral te impide luchar contra el mal entonces tu código moral es una contradicción, y que nuestra indiferencia es tan mala como el mal. Así que está bien, lo que sigue es, si combatimos el mal subjetivo, ¿que pasa cuando se encuentran dos ideas que se contradicen? ¿Que pasa cuando dos personas que están dispuestas a pelear, se encuentran con alguien que piensa de una forma diametralmente opuesta? Se pelea, y lo digo obviamente de forma metafórica: dialogan, debaten y llegan a un compromiso.

Así que de ese modo, aquí está mi pelea contra la corrección política que invade todos los medios y que intenta hacer añicos el lenguaje:

Mis argumentos en contra de la corrección política parten de la capacidad que tiene un ser humano cognitivamente normal para abstraer. La habilidad para abstraer fue la que permitió al cavernicola conceptualizar los bueyes, el sol, la luna, la lluvia en pequeños y primitivos garabatos en cavernas. Quiero que intenten imaginar, que tan difícil sería para una persona sin capacidad de abstracción el entender que ese circulo con picos representa el Sol en el cielo. Eso por si solo ya es un salto inmenso en la habilidad cognitiva del homo.

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Pero nuestra milagrosa habilidad para abstraer no se quedó ahí, se especializó tanto que logramos conceptualizar ideas, en esencia la abstracción de lo abstracto, vaya explosión de materia gris que eso debe haber requerido. Encontramos entonces las Venus, y demás figuras que representan NO a una mujer embarazada, si no a la idea misma de la fertilidad. Y todo esto antes de aprender a hablar, los cavernicolas ya eran poetas sin haber dicho o escrito una sola palabra. Con el tiempo obviamente esto cambió y los conceptos se representaron con sonidos y nació el invento más importante de la humanidad: el lenguaje.

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Ahora, la capacidad de abstracción moderna llego a tal punto, que nosotros podemos leer la palabra árbol y a su mente vendrán miles de imágenes distintas de arboles de diferentes especies, pero arboles aún. La capacidad de abstracción ha evolucionado a tal grado, que nosotros podemos ver un mono de palitos y entender que eso representa a un ser humano, y que esa linea recta es un bicep y un codo y un antebrazo, y suponemos que esa linea recta termina en una palma y la palma se divide en dedos, aún sin verlos en el dibujo. Todo eso se debe a nuestra capacidad para abstraer, a través del análisis del contexto, el código, el emisor, el receptor y el canal, y dicho análisis es casi instantáneo pero vital para el mutuo entendimiento. Nuestra habilidad para comunicarnos es indudablemente asombrosa, aunque con fallas, claro.

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¿Porqué hago tanto énfasis en la capacidad de abstracción? Por que la corrección política es culpa de la falta de abstracción, y peor aún, inhibe, la capacidad de abstracción. Se forma un circulo vicioso donde las personas son cada vez menos capaces de analizar el modelo comunicativo y reconocer en el mensaje la carencia de ofensa.

Todas las palabras que tienen que sustituirse por algo políticamente correcto, es debido a la asociación del concepto, con una cualidad negativa del ser humano. Y ese es el argumento a favor de la corrección política en el lenguaje: no deberíamos asociar cosas malas con capacidades diferentes.

Por ejemplo: en 1920, la palabra "retrasado" era la forma políticamente correcta de referirse a una persona "idiota". Los idiotas son aquellos que tienen un coeficiente intelectual menor a 25, y los tontos son los que tienen un coeficiente intelectual entre 25 y 50. Tomen en cuenta que estamos hablando de personas con desventajas extremadamente difíciles, ya que con un IQ menor a 85 hasta meter cartas en sobres de papel se vuelve un reto, tanto así que es ilegal que estas personas entren al ejercito porque por obvias razones no deberían portar una maquina letal. De modo que en 1920 era políticamente incorrecto llamar a un retrasado "idiota" o "tonto" porque esas palabras se habían asociado (obviamente) con un insulto destinado a personas con un IQ normal, pero que por alguna razón habían tomado una mala decisión o fallaron en alguna tarea. Esencialmente, convirtieron a las personas con bajo IQ en un insulto. De la misma manera, decirle "¿acaso estás ciego?" a alguien que si puede ver pero no puede comprender la situación que esta viendo, esta asociando a los "débiles visuales" con la incapacidad de entender una situación aparentemente obvia. O cuando le decimos a alguien gordo por comer mucho aún cuando no es gordo, asociamos a alguien con "obesidad" con la incapacidad para medirse al comer.

O como se tuvo que cambiar "afroamericano" por "negro", o autista por "persona con autismo", o "colored person" por "person of color". En el primer caso, el argumento fue que los negros eran americanos, no necesitaban el prefijo "afro-" porque básicamente los aislaba del resto de los americanos. Lo cual realmente no tiene sentido porque también se dice asian-american, o latin-american (o asian y latin, incluso) pero ese es un tema de tensión racial distinto, y del cual no quiero ni empezar con el gran y muy hipócrita tabú de la corrección política: la palabra nigger. El argumento de cambiar autista a persona con autismo es porque la primera "ignora" que se habla de un ser humano, lo cual, de nuevo, es estúpido porque el contexto te dice que están hablando de un ser humano, un primo, un vecino, un hijo, pero a la corrección política no le conviene que las personas confíen en la muy evolucionada y necesaria capacidad de la abstracción. Y por último, pero no por eso menos ridículo, de "colored person" a "person of color" por la misma razón de que no debemos anteponer el color a la persona. Jesucristo bendito, piensan que estamos tratando con bebes. Acuérdense de mi, en un par de años va a ser ofensivo decir person of color, y vamos a tener que decir person with different pigmentation.


El ciclo de la corrección política no tiene fin. Siempre la palabra con la que reemplazan la anterior se volverá a asociar con una cualidad metafórica (buena o mala), debido a que el ser humano es capaz de abstraer los términos y conceptos, y aplicarlos a nuevos significantes. De este modo alguien que continuamente toma malas decisiones es un idiota, o alguien que nos lastimó es un tonto, aunque su IQ no sea menor de 50 o 25. Y poco a poco la palabra retrasado se va a meter más en nuestro vocabulario porque las personas seguirán asociándolo con personas que actúan de manera que a nuestro juicio no es inteligente.

Quisiera agregar, que este suele ser un comportamiento de la izquierda liberal, el querer disociar la falta de competencias naturales (genéticas, físicas, cognitivas o emocionales) de los calificativos peyorativos. Segun la izquierda, no es "malo" ni "peor" el ser discapacitado, así que cuando una de estas palabras se extiende como insulto, es hora de ser reemplazado, porque "todos son iguales", todos deben ser iguales (aún cuando objetivamente no lo somos, ¿ustedes creen que un ciego rechazaría la opción de ver si la tuviera frente a el?) según la izquierda liberal, que hasta ahora y desde las ultimas décadas, controla el entretenimiento, y pretenden utilizar las leyes para controlar nuestro comportamiento y seguir fingiendo que ser ciego o no es cualitativamente lo mismo, o que ser retrasado o no es funcionalmente lo mismo.

Este es el primer argumento, que es inevitable debido a que las personas seguirán abstrayendo y aplicando a otros escenarios los conceptos en turno, porque de esa forma el lenguaje evoluciona por sí mismo y no por imposición legal.

Ahora, el otro argumento es que la corrección política es contraproducente al propósito del lenguaje. Las palabras ultimadamente son categorías de conceptos. La palabra árbol es una categoría para todos los tipos de especies vegetales que aprendimos a asociar con raíz, tronco y copa (aunque no todos los arboles tengan estos tres elementos) y por eso es fácil para nosotros comunicar la idea de árbol, sin tener que llegar a especificar su especie, tamaño, color, etc.

El propósito del lenguaje es comunicar, y la comunicación se hace a base de categorías. Es imposible querer dividir esas categorías en base a ofensas subjetivas porque si caemos en eso, el lenguaje se fragmentara fractalmente hasta que lleguemos a la unidad, una singularidad lingüística, vaya. Una palabra para literalmente CADA objeto e idea en cada posición del espacio-tiempo. Y de este modo nuestra capacidad para abstraer se inhibe porque literalmente tendríamos que saber exactamente que palabra usar para el árbol de hace 10 años que aparte de ser manzano estaba pintado de blanco y aparte de estar pintado de blanco tenia un columpio y aparte... y aparte... y aparte. Una palabra, para CADA cosa e idea, en cada espacio y cada tiempo. Bienvenidos al fin de la comunicación. Ese es el segundo argumento, el concepto detrás de la infinita corrección del lenguaje culminará con la destrucción del mismo como un método de comunicación pragmático.

Y por último, el argumento más común y más utilizado por todos los que están en contra de la corrección política aún sin saber por qué exactamente: la libertad de expresión. No ahondaré más en este argumento porque no hay mucho que debatir sobre el hecho de que NO debemos legislar en base a la interpretación subjetiva de la aparente ofensa detrás de un signo.

Así que basta de querer controlar el lenguaje. El lenguaje ya se auto-regula, las palabras se olvidan, los regionalismos se oficializan, nuevas palabras se inventan o se acoplan de una lengua a otra. Casi cualquier tipo de regulación legal al lenguaje no solo es inmoral, si no contraproducente a largo plazo.