lunes, 23 de noviembre de 2015

Barbie Arquitecta

Disclaimer: Tarea para la asignatura de Semiotica y Arquitectura en la Universidad de Sonora

En busca de diversificar la ya polifacética vida profesional de Barbie, la casa productora de la muñeca lanzó en el 2011 a Barbie Arquitecta, seguida de un concurso en alianza con el American Institute of Architects en el mes de Mayo donde elegirían el mejor proyecto para la casa de ensueño de la chica perfecta.

Es importante notar que durante este año, sólo el 17% de las membresías del Instituto Americano de Arquitectos pertenecían a féminas, en comparación del 9% en el 2000. Por lo menos para el 2011, la arquitectura estadounidense sigue siendo dominada en más de cuatro quintos por arquitectos masculinos.

La convocatoria para la nueva carrera de Barbie contempló otras áreas como periodismo, activismo medioambiental e ingeniería. No ganó arquitectura, sin embargo MATTEL decidió lanzarla de igual manera.

Ilustración 1: Barbie Arquitecta
Fuente: Inhabitat

Una aclaración en la página web de la convocatoria publicada por el AIA dice así:

Two important things to know: Barbie loves to PLAY and have FUN. When designing your Barbie Dream House, we encourage you to play and have fun, too. Remember not to take it too seriously — Barbie is a doll after all! Just think pink and you’ll do fine. Below you will find guidelines from Barbie. Good luck!” – American Institute of Architects

Hago hincapié en la sugerencia de no tomar muy serio el proyecto debido a que en ella se refleja la problemática, o por lo menos la condición actual del significado que carga no solo el arquitecto o el proyecto arquitectónico, si no la arquitectura en su concepción global.

Aclaro que esta no es un reproche ni al instituto ni a la empresa juguetera por la aparente depreciación de la profesión del arquitecto, o su vulgar simplificación cristalizado en el proyecto ganador, al fin y al cabo de niños en alguna ocasión jugamos a ser médicos y policías, el problema no está en jugar a ser arquitectas si no en la forma que la muñeca las representa.

Nos cuenta Gilberto Giménez como los imaginarios sociales, cultura y sus procesos de significación devienen en códigos sociales, la dotación de sentido, y la interpretación. No es de extrañar entonces que cuando analizamos el fenómeno de la Barbie Arquitecta (y de cualquier profesión, vaya) no podemos evitar sentirnos aunque sea mínimamente desplazados los que dedicamos nuestra vida a estudiar o ejercer arquitectura.

MATTEL es un ejemplo perfecto de la transformación de cultura a cultura popular que ocurre con las representaciones de las profesiones en su muñeca. Como indica Mario Vargas Llosa, la cultura antecede al conocimiento, y si el imaginario que se tiene del arquitecto se construye a partir de la cultura popular propagada por  Barbie, nos atenemos a una continua depreciación de la profesión en cuestión. Incluso más como menciona, el hecho de que abre la brecha entre la cultura elitista y la cultura mundana, ¿Dónde quedan décadas de investigación y experimentación sobre la naturaleza de la arquitectura? ¿Dónde queda la teoría? ¿Los criterios de instalaciones, estructuras y materiales constructivos? ¿Qué pasó incluso con el romántico formalismo de la arquitectura historicista?

Un punto en común entre Antoni Brey con Vargas es la enajenación del conocimiento en favor de la especialización productora, siendo más bruscos: la incultura, y con ella, la insignificancia, dicho en el sentido de algo que no significa, no es interpretado, no es apropiado, ni comunicado.

La Barbie Arquitecta tiene este efecto de especialización implícito en la simplificación con que se presenta: se reduce al arquitecto a dibujante y maquetista. Ya no es siquiera para tener botas de obra o libros de historia, peor aún que no se refleja la etapa del desarrollo conceptual, de los partidos arquitectónicos, ni la labor investigativa del usuario que realiza el profesionista.

Lo que resulta preocupante, es que al tomar a la muñeca como un producto cultural, tenemos que seguir las migajas por el proceso de representación de imágenes que siguió el diseño de la misma. La marca puede tomarse incluso como una ideología, una figura fáctica de poder en torno a la cual las niñas influenciables moldean su realidad, su representación del mundo real según Pedro Gómez, y prueba de ello es la polémica sin fin que suscita ya sea por su otrora machismo implícito (antes de la línea “I can be..” y la motivación femenina de ser independiente) y ahora por sus imposibles estándares de belleza dictados por su inhumana anatomía. Todos estos dogmas se consolidan en la imagen representativa de lo que es ser perfecta.

Combinar ahora ambos imaginarios resulta en un choque de estos mecanismos pensantes, donde según Olga Pampa, ninguno saldrá ileso. Intercambiar los elementos de cada mecanismo para producir un híbrido de Barbie + Arquitecta ha recaído, en palabras de Cornelius Castoriadis una crisis de identificación:

Cuando se rompe la totalidad de lo que significa el imaginario social que se tiene del arquitecto, lo que a su vez transforma la imagen con que se le percibe, destruye la “arquitecturización” (hominización) del arquitecto, deja de ser lo que la comunidad culta le reconoce ser, a cambio de lo que la cultura popular infantil le hace aprender a las niñas.

Esta línea del pensamiento nos augura un fatalista futuro para la cohesión de las asambleas, sindicatos, sociedades y colegios de arquitectos, pues cuando todos (los especializados) son arquitectos, nadie lo es. Sin embargo, en la opinión del autor no es necesario ser tan pesimistas, pues la indoctrinación infantil es “rápidamente” curada con cinco años de arduos estudios que enseñan al estudiante lo que es ser un arquitecto de verdad, fenómeno que ocurre obligatoriamente a cierto porcentaje del alumnado haya jugado o no con Barbies.

Ahora, una cosa es que las niñas jueguen a ser arquitectas, pero otra muy distinta que arquitectas jueguen a ser Barbie.

Ilustración 2 “Malibu Barbie Beach House” por Ting Li y Maja Parklar
Fuente: Inhabitat

Es aquí donde retomo la sugerencia del AIA sobre no tomarlo en serio y opino que quizás la pareja ganadora se lo tomó demasiado enserio. Sin embargo no es este ensayo una crítica arquitectónica, si no el análisis de la significancia inscrita en la propuesta.

De nuevo, Mario Vargas nos da la pauta para reconocer como en esta representación gráfica se diluye la información arquitectónica culta, en un texto de cultura popular. A falta de planos arquitectónicos y con la suposición que esta es la totalización de “una casa de ensueños” para Barbie, el concepto del armario como soporte cada día y cada hora en la vida de las niñas es imponente. Este producto cultural, este texto, es leído y asimilado quizás subconscientemente por las dueñas de la casa, formando los imaginarios sociales, las reglas de convivencia y con ellas las ideologías que les dirán lo que deben o no hacer para ser esta representación ideal de mujer, la totalización de las imágenes sociales que forman su identidad y a través de ella, nuevos textos representativos de su realidad.

Personalmente, creo que la muñeca es intrascendente en cuanto al impacto en el futuro profesional de quienes decidan ser arquitectas. Lo que considero cuestionable es lo que el AIA devolvió a MATTEL con su concurso, pues Li y Parklar ya no son niñas y no están jugando a ser arquitectas, dejando de lado la falta de representación técnica, el concepto me parece una burla de lo que significa ser una mujer profesionista, y la función una broma del análisis espacial.

Bibliografía



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